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22 de julio de 2024La halitosis o “mal olor oral” constituye una condición, en muchos casos en extremo desagradable, desencadenada por la putrefacción en la mucosa orofaríngea, especialmente en el dorso de la lengua, de aminoácidos de los alimentos que contienen de azufre. El término deriva del latín, halitus (aire de la respiración) y osis (condición patológica).
Los efectos sociales y psicosociales de este problema son muy variados, incluyendo tanto el ámbito familiar, el lúdico como el laboral. Los estudios han demostrado que el discomfort propio y los problemas de socialización son las principales causas por la cuáles los pacientes acuden a la consulta. Un periodo de especial relevancia es la adolescencia, por sus especiales connotaciones de desarrollo psicológico, de cambio hormonal y de inicio de la actividad sexual.
La clasificación de la halitosis incluye la halitosis genuina (fisiológica y patológica), la pseudohalitosis y la halitofobia. La halitosis genuina, que es la que nos interesa en este blog, puede ser de origen oral o de localización extraoral (nasal, sinusal, laríngea, pulmonar y del tracto digestivo superior). Como factores de riesgo podemos incluir situaciones tales como la sequedad de la mucosa oral, la pérdida de glándulas salivares, el sobrecrecimiento anaerobio, el tabaquismo que causa cambios de las poblaciones bacterianas periodontales, la disminución de la salivación y el consumo de determinados alimentos (ajo, cebollas y especias) y alcohol en grandes dosis (pues suoxidación produce bioproductos olorosos como el acetaldehído).
¿Cuáles son los factores que propician su aparición?
Está demostrado que en el 90% de los casos de halitosis la fuente del mal olor es la cavidad oral. Las condiciones de humedad y temperatura por encima de los 37 grados provee un microambiente ideal a las poblaciones bacterianas para metabolizar de forma eficiente aminoácidos que contienen azufre (L-cisteina y L-metionina), desprendiendo compuestos volátiles como el hidróxido de azufre y el metil mercaptano, causantes del mal olor. Dentro de la cavidad oral, el revestimiento del dorso de la lengua, especialmente en su tercio posterior, es la estructura más importante generadora de mal olor por su riqueza y diversidad en bacterias anaerobias como Veillonella, Actinomyces y Porphyromonas gingivalis.
Otros factores orales asociados a la halitosis son la enfermedad periodontal, las infecciones dentales, la gingivitis y las úlceras orales recidivantes son factores afectan a la oxigenación de la mucosa y el pH, facilitando el sobrecrecimiento bacteriano. De especial interés dentro de mi especialidad es la acumulación de residuos alimenticios en las criptas amigdalares. Estas criptas son oquedades en las amígdalas palatinas, conocidas vulgarmente como anginas, que en ocasiones se rellenan de un material blanquecino maloliente o caseum que se desprende espontáneamente y de forma regular a la cavidad oral.
El tratamiento de la halitosis es multidisciplinar e incluye al dentista, al nutricionista, al otorrinolaringólogo, al neumólogo y al especialista en digestivo. En primer lugar, es necesario descartar un origen extraoral de la misma (sinusitis, bronquiectasias, enfermedad de reflujo gastroesofágico, etc) y tratarla si fuera necesario. La consulta odontológica es ineludible y tomar medidas de sentido común como evitar determinados alimentos y el mantenimiento de una higiene oral exhaustiva, especialmente en aquellos lugares donde el sobrecrecimiento bacteriano es más importante.
Los probióticos, ¿una solución al problema?
La halitosis se ha atribuido, como hemos mencionado, principalmente a la acumulación de biopelículas (biofilms) compuestas por comunidades bacterianas productoras de compuestos volátiles ricos en azufre. Los probióticos son bacterias que administradas al ser humano producen un efecto beneficioso en el mismo al integrarse dentro del microbiota residente. Su uso en la halitosis está fundamentado en la capacidad de conseguir un descenso de las bacterias generadoras de mal olor al ser sustituidas por bacterias saludables. La mayoría de los probióticos utilizados son bacterias productoras de ácido láctico, especialmente especies de Lactobacillus y Bifidobacterium. La cepa de Streptococcus salivarius K12 se ha mostrado eficaz en el tratamiento de la halitosis tras un tratamiento de 12 semanas, especialmente si se complementaba con el uso de antisépticos orales como la clorhexidina. Esta cepa es pionera en la colonización de la mucosa oral y predomina en la saliva de personas sin halitosis y ha demostrado tener actividad antimicrobiana contra las principales bacterias productoras del mal olor oral como Solobacterium moorei.
Como conclusión, aunque son necesarios más estudios, la administración de probióticos podría ser un factor determinante en el tratamiento de la halitosis, problema de salud muchas veces obviado pero que impide en muchos casos el correcto y satisfactorio funcionamiento social de una parte considerable de la población.