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La rinitis alérgica es la enfermedad alérgica crónica más común en niños y su prevalencia oscila entre el 8,2 y el 38% en la población pediátrica española.
El 60% de ellos tiene rinitis alérgica estacional, causada sobre todo por el polen de olivo y/o gramíneas.
Pero la alergia no sólo está presente en primavera, también lo está durante el invierno. La producen pólenes de plantas de la familia de las cupresáceas y del plátano de sombra, siendo estos meses de enero y febrero cuando alcanzan niveles máximos de polinización. El plátano de sombra alcanzará sus niveles más altos en marzo.
Entre la familia de las cupresáceas, cipreses y arizónicas son los más conocidos. Encontramos arizónicas a nuestro alrededor en jardines, parques y setos de urbanizaciones.
Ahora que ya sabemos que también hay alergia en invierno y quién la produce, os hablaré sobre sus síntomas, su tratamiento y cómo poder diferenciarla de un catarro o resfriado común.
Diferencias entre el resfriado y la rinitis alérgica
Uno de los síntomas más comunes entre resfriado y alergia es el estornudo. Si además el niño presenta congestión nasal intensa y mucosidad, síntomas que también comparten, no sabremos en un primer momento en qué escenario nos encontramos. Por tanto, debemos dejar evolucionar el cuadro durante varios días. Los síntomas en la alergia son persistentes y prolongados mientras que los síntomas catarrales tendrán una duración máxima de quince días.
Debemos consultar al pediatra si el resfriado dura “varios meses”. Habrá que descartar si es que el niño enlaza un catarro con otro y son diferentes episodios, si es que no se recupera del mismo episodio (valorar sobreinfecciones y sistema inmune) o si es que no se trata de un proceso infeccioso sino alérgico.
Continuamos con más pistas para poder diferenciarlo:
si la mucosidad es transparente, el niño tiene picor de ojos, los ojos rojos y sobre todo, el picor de nariz es muy intenso, estaremos ante un cuadro alérgico. La rinitis alérgica puede asociarse también a tos, pitidos en el pecho o dificultad respiratoria (síntomas de asma).
Mucosidad amarillenta o incluso verdosa, dolor de garganta, dolor muscular y décimas de fiebre (37,5ºC – 38ºC) serán propios del cuadro catarral y no aparecerán en la alergia. En el resfriado, el picor nasal será leve. Y si asocia tos, ésta será productiva, es decir, que expulsará mucosidad.
Los catarros son más comunes en los niños menores de 5 años mientras que la rinitis alérgica según datos de SEICAP (Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica), afecta al 9% de los niños menores de 5 años y al 25% de los niños entre 13 y 15 años. Los niños mayores tienen el sistema inmune más desarrollado y por tanto, se acatarran menos.
Diferencias en el tratamiento
El tratamiento del resfriado es sintomático. Se puede iniciar en el domicilio y consiste en realizar al niño lavados nasales con suero fisiológico, ofrecerle abundantes líquidos, colocarlo en una postura semiincorporada al dormir (elevación del cabecero de la cama) y administrarle antitérmicos habituales (paracetamol o ibuprofeno a dosis según edad y peso).
Si la evolución no es la esperada, se debe consultar al pediatra. Los antibióticos no son tratamiento habitual del resfriado y por tanto su administración debe ser supervisada previamente por el médico.
La rinitis alérgica es hoy por hoy una enfermedad que no tiene cura. El tratamiento que se administra previene los síntomas pero no hace que la rinitis desaparezca para siempre. El efecto dura mientras se toma el tratamiento pero cuando se interrumpe deja de hacer efecto y los síntomas aparecen de nuevo.
Si se trata la causa (evitar el alérgeno), se puede llegar a eliminar por completo la medicación.
Por tanto, en el tratamiento de la rinitis alérgica además de las medidas de evitación del alérgeno será necesaria la administración de una serie de fármacos que permitan aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida del niño. Los fármacos más frecuentes son los antihistamínicos orales y los corticoides tópicos nasales.
La inmunoterapia (las llamadas “vacunas de la alergia”) controlan los síntomas de rinitis alérgica estacional o persistente en los niños y además reducen el riesgo de que sufran asma en el futuro pero no es un tratamiento para el momento agudo sino a largo plazo.
Según varios estudios científicos, los probióticos a base de Lactobacillus paracasei LP-33 y GMNL-133, cepas presentes de forma natural en el intestino humano, pueden ayudar a equilibrar la respuesta inmunitaria del organismo en épocas de alergia.
Es importante que si los padres sospechan que el niño pueda tener alergia, consulten al pediatra alergólogo.
Tras una buena anamnesis (historia clínica) y el estudio alergológico se podrá hacer un diagnóstico certero, pautar un tratamiento que mejore la calidad de vida del niño y descartar esos “resfriados eternos”.