Evitar recaídas en infecciones respiratorias
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22 de julio de 2024Tras la temporada de aislamiento por el COVID, las infecciones respiratorias típicas de la infancia como la bronquiolitis, han incrementado su incidencia y severidad, ocasionando periodos de infección recurrentes que se alargan en el tiempo.
En los últimos meses del pasado año sufrimos un incremento alarmante de las infecciones por virus respiratorios en todo el hemisferio norte. Las restricciones a la movilidad y al contacto interpersonal obligadas para evitar la propagación del Covid-19 parecen haber facilitado la aparición de otras enfermedades respiratorias en los años subsiguientes a la pandemia que asoló todo el mundo.
El virus de la influenza y el virus respiratorio sincitial (VRS), un virus generalmente estacional que causa síntomas catarrales leves en adultos pero que puede ser potencialmente grave en niños y ancianos, desaparecieron en el año 2020 y en los inicios del año 2021. Sin embargo, en los dos últimos años se ha producido un incremento de la incidencia de enfermedades causadas por el VRS y el virus de la gripe con un aumento de los ingresos y hospitalizaciones de media estancia con respecto a los niveles del año 2020.
Como dice el Dr. Scott Hensley, inmunólogo de la universidad de Pensilvania en Filadelfia (EE. UU.): “los virus están de vuelta y están viniendo, pidiendo venganza”. Dos argumentos se han esgrimido para explicar la aparente falta de resistencia actual a estos agentes infecciosos respiratorios y la pérdida de la estacionalidad en su aparición (como demuestra la aparición de casos de bronquiolitis en el verano de 2021 y del 2022).
Por un lado, existe el concepto de “deuda inmunológica” término creado por investigadores franceses en agosto de 2021. Los niños se exponen a las infecciones generalmente desde los primeros meses de vida, especialmente en el ambiente de las guarderías, y estas primeras infecciones posibilitan el desarrollo gradual de nuestra inmunidad. En esta época post-Covid muchos niños han adolecido de exposición en un periodo crucial de su desarrollo inmunológico, minimizando la expresión de genes implicados fundamentalmente en la respuesta inmunológica innata (que es la primera en aparecer tras una infección). Por otra parte, los niveles de anticuerpos, implicados en la inmunidad adquirida (aquella que presenta especificidad pero que tarda en aparecer y crea memoria a medio o largo plazo) descendieron en los niños mayores y en las personas adultas, porque para su mantenimiento precisan de un estímulo constante derivado de las infecciones leves catarrales estacionales.
Por otro lado, según otros científicos, el incremento de las hospitalizaciones por infecciones por VRS en las unidades de cuidados intensivos pediátricos en otoño de 2022 podría ser el resultado de los cambios inmunológicos secundarios a la infección por SARS-CoV-2 en determinada población susceptible, aunque las pruebas que demuestren este hecho no son consistentes en la actualidad.
Otra cuestión abierta y en estudio es la posible interferencia entre los diferentes microorganismos que conforman el ecosistema infeccioso respiratorio humano. Las interacciones entre virus-virus y virus-bacteria se ha mostrado de gran importancia para explicar no sólo el incremento de las infecciones respiratorias virales sino también el aumento de complicaciones bacterianas secundarias tales como el repunte de los casos graves por estreptococo beta-hemolítico del grupo A, hecho todavía en fase de estudio y monitorización.
Varios estudios han demostrado como el resultado final, y por tanto la gravedad, de la infección viral depende del “juego” que se establece entre estos microorganismos y factores dependientes del huésped (en este caso el ser humano) y el ambiente.
Algunas bacterias son capaces de mejorar la estabilidad térmica de los virus dentro del organismo y facilitan la expresión de receptores que permiten la adhesión del virus a nuestros tejidos. Así mismo, la infección por el virus de la influenza A, responsable de la gripe, facilita la adhesión de determinadas bacterias facilitando la aparición de coinfecciones más graves. Como hemos visto muchas veces, la aparición de enfermedades tales como la otitis media aguda, la rinosinusitis aguda y las bronconeumonías vienen precedidas de cuadros catarrales por infecciones por rinovirus, adenovirus, VRS u otros virus respiratorios. Aunque hasta el momento muchos de los mecanismos implicados en esta colaboración no son del todo conocidos si está demostrado que ciertos virus con capaces de reconocer componentes fundamentales de las paredes bacterianas facilitando su adhesión y su capacidad de infección. Es como si, semejante a lo que ocurre en los videojuegos, les dotaran de una nueva armadura resistente a los sistemas de defensa del huésped.
La microbiota puede definirse como el conjunto de microorganismos (virus, bacterias, hongos, parásitos y arqueas) que conviven simbióticamente dentro de nuestro organismo. El mantenimiento de su estabilidad y diversidad juega un papel fundamental en la protección del huésped a las infecciones virales y bacterianas y a las coinfecciones por ambos grupos. Su mecanismo de acción incluye desde la competencia por los sitios de adhesión al epitelio, el control de la accesibilidad a los nutrientes, la secreción de moléculas y péptidos contra los microrganismos (defensinas) y la interacción con el sistema inmune.
El empleo de probióticos para conseguir un microbiota saludable es una de las líneas de investigación más prometedoras para prevenir el incremento de las infecciones respiratorias en la infancia. La utilización de cepas tales como Streptococcus salivarius K12 ha mostrado en estudios observacionales una disminución de tanto infecciones virales como bacterianas mediante la disminución de la concentración viral y el aumento de interferón gamma y de moléculas antibacterianas (BLIS).
Como conclusión podemos decir que en los próximos años todavía deberíamos esperar un incremento de las infecciones virales y de las complicaciones bacterianas secundarias a los cambios en la ecología de la microbiota y en nuestro sistema inmune tras la pandemia, como predicen los modelos matemáticos de la universidad de Priceton. De todas formas la prevención, sin lugar a dudas, debe convertirse en nuestra mayor inversión en salud y el empleo de probióticos es una estrategia tener en cuenta.