
Descubre Bacillus clausii: el novedoso aliado intestinal…que no es tan nuevo
30 de septiembre de 2025
Cuando pensamos en higiene bucodental solemos enfocarnos en el cepillado, el hilo dental o el uso de enjuagues. Durante décadas, la prevención se ha centrado en la limpieza mecánica y química, con el objetivo de eliminar la mayor cantidad posible de bacterias de la boca. Sin embargo, cada vez sabemos más sobre un componente esencial que a menudo pasa desapercibido: la microbiota oral.
La microbiota oral está formada por cientos de especies de bacterias que conviven en nuestra boca y que, en condiciones normales, se mantienen en equilibrio. Muchas de estas bacterias no solo son inofensivas, sino que resultan beneficiosas, pues actúan como una barrera natural frente a microorganismos dañinos y colaboran en mantener la salud de dientes y encías.
Cuando el equilibrio de esta comunidad se rompe, hablamos de disbiosis. Esto puede ocurrir por distintos motivos: una dieta rica en azúcares, una higiene deficiente, el uso de tabaco o alcohol, o incluso determinados medicamentos que alteran la flora oral. En este escenario, las bacterias dañinas encuentran el terreno libre para multiplicarse y provocar problemas como:
- Caries, asociadas a bacterias acidogénicas como Streptococcus mutans.
- Enfermedad periodontal, con bacterias como Porphyromonas gingivalis, que desencadenan inflamación y pérdida de tejido de soporte.
- Complicaciones sistémicas, ya que los patógenos y moléculas inflamatorias pueden pasar al torrente sanguíneo, favoreciendo problemas cardiovasculares, diabetes mal controlada o complicaciones en el embarazo.
El límite del enfoque tradicional
El modelo clásico de cuidado oral se ha basado en reducir las bacterias con antibióticos y antisépticos. Aunque estos productos son útiles, tienen un inconveniente: eliminan tanto a las bacterias dañinas como a las beneficiosas, dejando espacios vacíos en la microbiota que, con frecuencia, vuelven a ser colonizados por los mismos patógenos.
Hoy se sabe que una estrategia más eficaz consiste en reducir bacterias dañinas y, al mismo tiempo, favorecer el crecimiento de bacterias buenas que ocupen esos nichos. Este es el enfoque en el que entra en juego la investigación con probióticos orales.
Streptococcus salivarius M18: un probiótico oral con evidencia
Una de las bacterias más estudiadas es Streptococcus salivarius M18. Esta cepa forma parte de la microbiota oral natural y ha demostrado varios mecanismos que la convierten en un protector eficaz:
- Produce salivaricinas, unas proteínas que actúan como antibióticos naturales frente a bacterias patógenas.
- Genera ureasas, que neutralizan la acidez y dificultan el crecimiento de bacterias que provocan caries.
- Secreta dextranasas, capaces de romper la matriz del biofilm dental, facilitando la limpieza y limitando el desarrollo de bacterias dañinas.
- Modula la respuesta inmune, reduciendo la inflamación en encías y tejidos periodontales.
Gracias a estas funciones, S. salivarius M18 no solo compite con las bacterias patógenas, sino que también transforma el entorno oral en un espacio más saludable y resistente frente a futuras infecciones.
Beneficios clínicos comprobados
Diversos estudios clínicos han demostrado que la suplementación con S. salivarius M18 como probiótico oral ofrece beneficios en distintos contextos:
- En personas con gingivitis y periodontitis, reduce la inflamación, el sangrado y la profundidad de las bolsas periodontales, mejorando la fijación de los dientes.
- En niños con manchas negras dentales, disminuye la tasa de reaparición tras la limpieza.
- En pacientes con brackets, mejora la higiene, reduce el mal aliento y la irritación de encías, además de proteger frente a la desmineralización.
- En población con alto riesgo de caries, ayuda a reducir la presencia de Streptococcus mutans y a proteger el esmalte.
Cómo cuidar la microbiota oral
Para aprovechar al máximo los beneficios de nuestra microbiota y mantener una boca sana, es recomendable:
- Reducir el consumo de azúcares refinados que alimentan bacterias dañinas.
- Evitar el uso excesivo de antisépticos agresivos que destruyen tanto bacterias buenas como malas.
- Visitar al dentista con regularidad para limpiezas profesionales.
- Complementar la higiene diaria con probióticos orales específicos que fortalezcan la microbiota como Probactis DentaBiotic®.
Probactis DentaBiotic®
Probiótico a base de Streptococcus salivarius M18 y vitamina D que fortalece la microbiota oral para conseguir una buena salud bucodental en niños y adultos.

Conclusión
La salud oral no depende de tener una boca “vacía de bacterias”, sino de mantener un ecosistema equilibrado donde las bacterias beneficiosas predominen sobre las dañinas. El futuro de la odontología avanza hacia tratamientos personalizados y biológicos, que respeten la naturaleza de nuestra microbiota en lugar de combatirla de manera indiscriminada.
Lejos de ser el enemigo, la microbiota oral es un aliado esencial. Con el apoyo de probióticos como Streptococcus salivarius M18, es posible dar un paso más allá del cepillo y el enjuague, apostando por una salud bucal más completa, natural y sostenible.